Más vale tarde que nunca.
Monte Oscuro / Foto, Mar Rios
Hace tiempo que quería escribirte, no sé si tu deseabas lo mismo, lo cierto es que desde aquí observo rostros austeros, rostros de tiempo y también manos y cuerpos sin miedo; sobre la espalda traigo el peso de mi saca, repleta de ángeles guardianes y agregados, no cabe duda que pesa, más no como lo que solía guardar en el interior de mis células, de mi corazón, los guías hablan y hablan en un lenguaje que poco a poco voy comprendiendo, claro, me ha costado, pero ya esas cosas quedan atrás, se dejan a un lado cuando nos detenemos un momento a mirarnos a nosotros mismos y a aceptar la alegría de vernos justo hoy, justo ayer, justo siempre. Nunca antes lo había pensado, lo bueno es que alguna vez nos damos cuenta y ya estamos arriba, en medio, abajo, sujetos de un arnés y compañía, tocando notas a través de una marimba, la cual, paciente, sin prisa, nos conduce a la sonrisa de todos los tiempos –no puede ser, no puede ser- lo digo en voz alta, alzo el rostro y las golondrinas pasan sobre mí, la luz es un velo, de tonos rosas, amarillos, me late fuerte el motor más perfecto antes creado, las texturas me atraen, las mejores texturas, huellas trazadas a mi alrededor, todo grita ¡vida!, me reciben allá después de 10, 20, 40 metros, es un abrazo, el más querido, ya ni recuerdo lo que dije, sólo sentí el mar en el espíritu y el choque de una ola en mis ojos, tanto así que a mi boca llegó su exquisito sabor salado, pronto, escuché un murmullo, la humanidad entera ya estaba conmigo - ¡Hay que entrar!-exclamó y eso mismo hice, entré…toqué, admiré, escuché y vi lo que creía en mi interior, corrientes de agua pasaban a nuestros pies, velozmente, como un saludo efusivo, con toda su fuerza, retumbaban, ¡que espectáculo maravilloso!, de alguna u otra manera las cosas se expresan, sobreviven, se transforman, buscan los caminos y las formas, es un encuentro amoroso, un amor eterno cuya expresión es este y otros monumentos, ya ves que el amor sí existe. Muchas veces se lo dije, de vez en cuando lo sigo haciendo, agradecer no me cuesta nada, gracias “El Resumbador” (Sótano calcáreo en Playa La Junta, Sierra de Atoyac,Veracruz México).
Recuerda siempre que te espero, ya sabes, más vale tarde que nunca. Cuídate.
Mar Ríos
Coordinación de Espeleología.
CEMAC, Veracruz.
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