La Cueva de La Escalera, El Volcancillo.
Exploración del mayor tubo de lava de Veracruz
Estalagmitas / Foto:Ruth Diamant
La continuación que dejamos la Semana Santa pasada en Cueva de la Escalera era lo suficientemente interesante como para no dejarla reposar demasiado tiempo; además, también habían quedado pendientes unas cuevas pequeñas cortadas por la nueva carretera a Veracruz, que todavía está en construcción. Así que, cuando eventos no relacionados con la espeleo cancelaron nuestros planes del fin de semana pasado, decidimos que el derrame de lava del Volcancillo ya había esperado suficiente y que debíamos ir a ver qué pasa después del tiro de 6 metros que nos había detenido.
Acceso a La Escalera, Sofia y Luis Espinasa / Foto:Ruth Diamant
El sábado 9 salimos de México hacia las 7 am, rumbo a Perote, mi padre (76 años), mi hija Sofía (9 años), y Ruth, Sergio y yo, con edades intermedias entre esos dos extremos. La no demasiado tempranera salida hizo que al llegar a la zona del Volcancillo decidiéramos explorar primero las cuevas cortadas por la nueva carretera, por su fácil acceso. Desafortunadamente, las 4 entradas situadas en el lado occidental del derrame, aunque interesantes desde un punto de vista geológico fueron cortas (124, 104, 44 y 15 metros de longitud) pero sobretodo de techo muy bajo. Como en todas ellas el piso está ocupado por un espinoso y afilado derrame de tipo a’a, es comprensible que el entusiasmo por su exploración y mapeo decayera rápidamente. Cuando llegó el momento de dirigirnos a la otra cueva, más grande, también cortada por la nueva carretera pero en el lado oriental del derrame, Sergio decidió que el “madrugón” ameritaba quedarse a dormir una siesta, mientras mi padre y Sofía prefirieron ir a construir casitas para los duendes del bosque. Esto nos dejó a Ruth y a mí solos para esa topografía. Por suerte para nosotros, aunque esta última cueva tampoco fue muy larga (solo 186 m), resultó muy bellamente decorada pero sobretodo, es lo suficientemente alta como para no requerir arrodillarse.
Como es época de lluvias y la zona del Volcancillo está situada en la cresta de la Sierra Madre Oriental, recibe toda la humedad proveniente del Golfo, por lo que esta vez acampar no es opción, así que volvemos a Perote a pasar la noche en un cómodo hotel después de reconfortante cena en un buen restaurante. Es dura la vida del espeleólogo…
El domingo madrugamos…, bueno, estábamos listos para desayunar a las 8:30 am y a las 11 estábamos dejando el coche al final de una terracería que, según el Google Earth, estaba bastante cerca de la Cueva de la Escalera. El plan era usar el GPS para llegar a la entrada siguiendo un camino vislumbrado en las imágenes de satélite. Bueno, pues aunque suene increíble, no nos perdimos y el camino resultó ser mucho mejor que el usado anteriormente, así que hacia las 11:50 estábamos entrando a la cueva. Muy pronto recorrimos lo explorado anteriormente y llegamos al borde del tiro. Ruth empezó a poner un spit en la pared derecha, pero un par de metros atrás yo tenía la mano apoyada en la misma pared y podía sentir cada golpe del martillo. Una inspección más detallada reveló que estaba martillando una costra parietal de lava fracturada, por lo que decidimos cambiar de punto de anclaje y armar en la pared opuesta.
Pusimos un primer spit, que entró como en mantequilla, pero parece que quedó bien. Pusimos un segundo, que también entró fácilmente, y al tratar de poner la plaqueta, resultó que el spit giraba en el interior de la roca, pues el cono no lo había expandido lo suficiente. Lo mismo pasó con el siguiente intento. ¡De tres spits puestos, solo uno había agarrado, y éste cada vez nos inspiraba menos confianza! Finalmente decidí poner uno más en el derrame del suelo, para evitar costras parietales descompuestas, y eso funcionó, enseguida se notó la diferencia, pues éste spit sí tomó un tiempo considerable colocarlo, señal de que la roca es dura y resistente.
Colocamos una escala y una cuerda para asegurar y procedimos a bajar. (Nota técnica: Como en los tubos de lava la roca no suele ser muy sólida, rara vez es posible armar de manera heterodoxa, con fraccionamientos y desviaciones para evitar roces, etcétera, sino que es necesario armar bastante retirado del borde de un tiro. Por otro lado, la roca suele ser extremadamente filosa y abrasiva, y por tanto maltratar de manera severa las cuerdas. Como además los tiros en tubos de lava suelen ser pocos y pequeños, nosotros acostumbramos armar con escalas de cable de acero de las que se usaban de manera tradicional antes de la invención de los ascensores y las técnicas de “solo cuerda”)
Mientras mi papá y Sofía se adelantaron a explorar el gran túnel que se abre abajo del tiro, Sergio, Ruth y yo elaboramos la topografía. El túnel alterna entre pasajes cubiertos por derrumbe, con algunos pasos algo estrechos y ocasionales trepadas y destrepadas, y pasajes enormes, de hasta 10 metros de alto y 8 de ancho, con paredes cubiertas de costras parietales de brillante pahoehoe azul y estalactitas y estalagmitas de lava. Al cabo de un buen rato vimos las luces de Sofía y su abuelo, que venían a decirnos que habían avanzado hasta cansarse y que la cueva “sigue y sigue y sigue…”
Dicho esto, dieron media vuelta y volvieron a desaparecer oscuridad adelante.
Sofia, Ruth y Sergio / Foto:Ramon Espinasa
Poco a poco, los derrumbes se hicieron menos grandes y dificultosos. En general la galería presenta una sección mucho más alta que ancha, en forma de cañón, aunque también frecuentemente el crecimiento de “levees” y costras parietales separa al túnel en dos o más niveles sobrepuestos, de tal manera que en varios sitios vemos, por encima nuestro, la entrada a túneles superiores de dimensiones muy grandes, que de momento no exploramos. Seguimos topografiando lo más rápido que podemos, y al cabo de otro buen rato volvemos a ver, a lo lejos, las luces de Sofí y su abuelo, que esta vez nos dicen que más adelante “está lloviendo, y la cueva sigue y sigue…” Y otra vez, se levantan y se adelantan.
Estalagmitas / Foto:Ruth Diamant
Unas cuantas estaciones topográficas más adelante descubrimos que efectivamente está lloviendo. Por cada grieta existente en el techo se cuelan goteras y verdaderos chorros de agua que gotea y escurre por todas partes. Aunque en algunos sitios el agua se acumula y forma pequeños charcos, en su mayoría se vuelve a infiltrar en las grietas del piso y no forma un arroyo que siga al tubo, por lo que no hay peligro de crecidas o inundaciones. Suponemos que en la superficie debe estar diluviando. Claro está, entre el viento que nos acompaña desde antes del tiro, y ahora ésta “lluvia” que termina por mojarnos totalmente, empieza a hacer frío, y llevamos ya varias horas topografiando. La siguiente vez que alcanzamos a mi padre y su nieta, ésta última menciona que tiene un poco de frío, y que adelante hay un derrumbe que parece que se estrecha. Decidimos mapear hasta el paso estrecho y ver lo que sigue, y cuando llegamos allí, mientras tomamos los últimos datos topográficos mi padre se introduce al paso estrecho y desaparece.
Mientras esperamos, notamos que Sofía está callada y no platica hasta por los codos como es su costumbre, síntoma seguro de que tiene hambre, frío y cansancio, por lo que decidimos “lonchear”. En eso estamos cuando notamos que mi padre lleva rato desaparecido tras el arrastre y, al guardar silencio, escuchamos su voz, algo lejana, llamándome. Ruth se pone rápidamente de pié y se lanza al arrastre antes de que yo reaccione. Cuando yo llego al mismo sitio, veo que el túnel inmediatamente se vuelve a abrir y que adelante hay un pequeño tiro, que mi papá había saltado para seguir, y ahora requería ayuda para volver a subir… ¡Menos mal, qué susto nos ha dado!
De regreso en la sala del “lunch”, mi papá nos explicó que después de la escalada la cueva aún continúa, aunque las dimensiones no parecen ser tan majestuosas. Sigue notándose una fuerte y constante corriente de aire. Sin embargo, ya son las 5:30 pm, lo cual quiere decir que llevamos cerca de 5 horas de topografía, y un rápido cálculo me lleva a anunciar que llevamos más de 700 metros topografiados, y que por tanto La Escalera ya supera el kilómetro de longitud.
El regreso lo hacemos sin parar hasta la base del tiro, lo que nos toma buenos 45 minutos. Lo bueno es que Sofi ha entrado en calor y vuelve a estar tan dicharachera como siempre, cantando constantemente. En breves instantes estamos todos arriba del tiro, que desarmamos rápidamente, alcanzando la superficie hacia las 7 pm. Sofi ahora quiere usar el GPS y guiarnos a todos de regreso a la camioneta, y como el camino es franco, no se desvía en ningún momento. Para cuando llegamos al hotel de Perote, después de cenar, todavía tiene energía para ponerse a saltar sobre las camas, y finalmente hay que apagarle la tele para lograr que se duerma. El resto del contingente no acabó de manera tan energética la velada, todos estamos molidos.
El lunes, aprovechando que estamos de vacaciones o simplemente no tenemos compromisos laborales, con calma y tranquilidad regresamos a México. La reducción de los datos topográficos nos revela que en realidad topografiamos 860 metros, que sumado a lo mapeado la vez pasada da un total de 1339 m y un desnivel total de 114 m, lo que coloca a la Cueva de la Escalera como la más larga y profunda cavidad de origen volcánico del Estado de Veracruz. Habrá que volver, pues el derrame del Volcancillo es enorme y la siguiente cavidad conocida en el mismo, la Cueva de La Olla, está 600 metros más abajo y a 7 kilómetros de distancia…
Ramón Espinasa Pereña
Sociedad Mexicana de Exploraciones Subterráneas
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