Retorno a Cueva Escalera
Retorno a Cueva Escalera!!!
Ramón Espinasa Pereña
Ramón Espinasa Pereña
Después de haber agotado todos los pretextos y cumplido todos los compromisos que nos habían impedido regresar a Cueva de la Escalera, finalmente organizamos el regreso este sábado 18 de febrero.
Para quienes no han seguido estas reseñas, Cueva Escalera es el tubo de lava más largo explorado hasta ahora en el estado de Veracruz. En cuatro exploraciones previas habíamos mapeado 2,178 metros de un túnel majestuoso, de enormes dimensiones y excepcionalmente decorado con líneas de nivel, pavimentos de lava de variadas texturas, y numerosas piroestalactitas y piroestalagmitas. Adicionalmente, aunque hay una que otra pinta, la cueva no ha sido vandalizada y las evidencias de visitas anteriores se limitan esencialmente a marcas de papel aluminio indicando el camino más fácil en los pocos segmentos con derrumbes y los escasos pasos estrechos. De regreso estábamos mi hija Sofía (9 años), mi padre (77 años), mi esposa Ruth y Sergio Nuño, veteranos de las cuatro puntas anteriores, con el refuerzo de Francisco (Curro) Ruiz, que salimos del Distrito Federal. En la entrada a lo que fue el Parque Estatal (¿?) de El Volcancillo nos esperaban Gustavo Vela, Rodrigo Álvarez y Denise Vera. Recorrimos la corta terracería hasta el punto donde quedan los vehículos e iniciamos la caminata hasta la entrada, que por primera vez encontramos sin titubeos.
Rápidamente estábamos disfrazados de espeleólogos, bajamos el tiro de entrada y en un santiamén estábamos armando el tiro de 6 m interno. Nuevamente utilizamos una botella pet como rozadera y pronto la base del tiro parecía sucursal de una tienda de equipo con los arneses de todos colgando como en aparador de protuberancias en las paredes. Ya más cómodos sin los arneses, procedimos a hacer el largo recorrido de dos kilómetros hasta donde habíamos dejado la topografía la ocasión anterior. Sofía pasó adelante e impuso un ritmo hiperveloz, gracias al cual llegamos relativamente pronto a la última estación topográfica, donde hicimos un alto para lonchear y beber. Mientras Sergio, Ruth, Sofía y yo mapeábamos, Gustavo y los demás se adelantaron pero como iban tomando fotos, el grupo se mantuvo compacto. En algún momento, Sofía y su abuelo se adelantaron.
Rápidamente estábamos disfrazados de espeleólogos, bajamos el tiro de entrada y en un santiamén estábamos armando el tiro de 6 m interno. Nuevamente utilizamos una botella pet como rozadera y pronto la base del tiro parecía sucursal de una tienda de equipo con los arneses de todos colgando como en aparador de protuberancias en las paredes. Ya más cómodos sin los arneses, procedimos a hacer el largo recorrido de dos kilómetros hasta donde habíamos dejado la topografía la ocasión anterior. Sofía pasó adelante e impuso un ritmo hiperveloz, gracias al cual llegamos relativamente pronto a la última estación topográfica, donde hicimos un alto para lonchear y beber. Mientras Sergio, Ruth, Sofía y yo mapeábamos, Gustavo y los demás se adelantaron pero como iban tomando fotos, el grupo se mantuvo compacto. En algún momento, Sofía y su abuelo se adelantaron.
La galería mantuvo dimensiones enormes, y las decoraciones se hicieron extraordinarias. Casi todo el piso mostraba piroestalagmitas y el techo estaba tapizado de piroestalactitas. Más adelante, el mismo piso se volvió esponjoso (spongy pahoehoe). Un paso de techo relativamente bajo nos hizo sentir nuevamente la fuerte corriente de aire, pero enseguida la cueva se volvió enorme otra vez y perdimos el viento.
Eventualmente, como tenía que pasar, vimos a lo lejos a mi padre que regresaba, y nos dio la mala noticia: adelante la cueva se termina en un sifón de lava sin posibilidad alguna de continuación. Llevamos hasta allí la topografía, y Sofía y Gustavo se introdujeron en el arrastre final para sacar aún algunos metros, pero desafortunadamente, La Escalera terminó. En una especie de altarcito y dentro de botellas de plástico encontramos un par de comprobantes, uno de 1991 de la Cruz Roja y el Socorro Alpino de Xalapa, y otro de 1999 de un grupo denominado Deportes de Alto Riesgo de Xalapa (DARX), posiblemente nuestros únicos predecesores en este remoto lugar.
Algo decepcionados de que la cueva se hubiese terminado, emprendimos el largo regreso hacia la entrada, deteniéndonos innumerables veces para tomar fotos y para topografiar algunos ramales desafortunadamente cortos. Después de casi 9 horas bajo tierra, finalmente regresamos a los coches casi a las 10 de la noche. Por primera vez, Sofía mostró señales de cansancio al terminar una de estas puntas, mientras los demás nos sentimos molidos. Unos nos dirigimos a Perote en busca de comida y un hotel, y otros se van rumbo a Xalapa. Los del DF regresamos a la ciudad el domingo a buena hora.
Cueva de La Escalera tiene hasta ahora 2,761 m de longitud, pero todavía quedan algunos ramales y niveles sobrepuestos sin mapear, que seguramente harán que supere pronto los tres kilómetros. El desnivel total entre el punto más alto y el fondo es de 166 m. La distancia en planta entre los puntos más alejados es de 2,172 m. De la entrada hasta el fondo es necesario recorrer 2,463 m, por lo que un viaje hasta el fondo y de regreso implica recorrer casi 5 km de túnel (4,926 m, para ser exactos) además de subir dos tiros y algunas escaladas sencillas. Es una cueva majestuosa, y ojalá sea protegida como se merece.
Fotografias de Gustavo Vela Turcott
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